domingo, 6 de mayo de 2012


QUINTO DOMINGO DE PASCUA
EL VERDADERO HUERTO DE DIOS
"Yo soy la vid verdadera"
Por el P. Clemente Sobrado


San Juan  15,  1 - 8:

“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos.”

Reflexión

Hola amigos, ¿me permitís que comience este domingo con una pregunta? Pues, allá va. ¿Hay alguien que no quiera vivir? Personalmente, ahora que ya hacia esa hora de la puesta del sol, recién he comenzado a sentir más profundamente la vida. Cuando era joven vivía y vivía a gusto, sentía como si la vida dependiese totalmente de mí. Recién ahora, comienzo a dar gracias cada mañana por un nuevo día que Dios me regala.

Yo estoy convencido de que vivimos una cultura donde hay demasiadas muertes inútiles, pero tampoco puedo negar que todos queremos vivir. Pero hay un problema que ciertamente me preocupa y es el individualismo de nuestras vidas. Hay en nosotros un individualismo que nos lleva a eso que el refrán dice: “Sálvese el que pueda.” Vivimos como si todo dependiese de uno mismo.

La verdad es que no podemos vivir sin los demás. Me resulta curioso el relato del Génesis cuando dice que Adán lo tenía todo. La creación entera era suya, pero tenía un problema: “Estaba solo.” Y eso parece que era muy aburrido. Hasta que un día Dios se dio cuenta y se dijo: “No conviene que el hombre esté solo, hagámosle alguien semejante a él.” Cuando Dios le presentó a Eva, Adán dio un brincó y bailó de contento.

El Evangelio de hoy nos viene a decir algo semejante. No podemos ser cristianos, no podemos vivir si no es unidos a alguien, que en este caso es Jesús. De ahí la imagen de la vid y los sarmientos. También los sarmientos quieren vivir, pero necesitan de la vid, de la cepa. Si algún sarmiento se corta, termina muriéndose.

Hemos vivido un cristianismo más de prácticas religiosas que de verdadera unión y comunión con nuestra vid que es Jesús. El cristiano es el que vive unido a Él. Ningún sarmiento puede dar fruto si no está unido a la vid. Por eso, vivir como cristianos es vivir en unión y comunión. Lo esencial es vivir como sarmiento unido a la vid y no vivir en el individualismo de nuestra piedad que puede ser muy buena, pero nos hace individualistas, espiritualmente solitarios. “Yo soy la verdadera vid, vosotros los sarmientos y mi Padre el viñador.”

Fuente
La Iglesia que camina

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